Por Debra L. Smithson, Fundadora y Presidenta
Dayspring Ministries International – Michigan
¡Qué época del año más gloriosa en la que celebramos el nacimiento del hermoso niño Jesús! Jesús eligió venir a la tierra como Emmanuel, "Dios con nosotros". Hebreos 1: 3 dice: "El Hijo es el resplandor de la gloria de Dios y la representación exacta de su ser, que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa". Jesús es fiel para sostenernos en todo lo que nos concierne. Nos tiene en la palma de su mano.
Génesis nos dice que Adán y Eva estaban vestidos de gloria mientras caminaban y hablaban con Dios en el Jardín del Edén. Disfrutaron de una dulce intimidad y unidad con el Padre. La palabra Edén significa "Placer y deleite". El Padre se complace y se deleita cuando Sus hijos vuelven sus rostros hacia Él en intimidad. La adoración nos lleva a este lugar de intimidad. La adoración ablanda nuestros corazones y apaga los dardos de fuego del enemigo. ¡La intimidad con Jesús es la clave para el poder espiritual y para recibir todas las promesas de Dios!
La adoración ablanda nuestros corazones como un jardín en un día lluvioso y agudiza nuestro discernimiento espiritual para ver, oír y conocer verdaderamente en el reino espiritual. Este discernimiento espiritual es vital hoy en día para que no caigamos en los sutiles engaños del espíritu de este mundo. El engaño puede ser sutil y gradual. La adoración y la oración nos mantienen metidos en el Padre y nos ofrecen un lugar de protección.
Dios dijo que el rey David era un hombre conforme a Su propio corazón (de Dios). Esto es lo que David dijo en el Salmo 27: 4: “Una cosa le pido al Señor, esto es lo que busco: que pueda habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida, para contemplar la belleza del Señor y buscarlo en su templo”. La adoración y la intimidad transformaron a David de un niño pastor a un guerrero victorioso a un rey reinante. Hará lo mismo por ti y por mí. La transformación no se logra con el esfuerzo. La verdadera transformación llega al permanecer en la Vid. Permanecer se logra mediante la obediencia. Jesús obedeció al Padre y, por lo tanto, permaneció continuamente en el Padre. Con tantas cosas sucediendo en el mundo y tanta información que nos está lanzando, es fácil para nosotros distraernos de nuestra relación de amor divino con Jesús.
Nuestra vida en Cristo no puede reducirse a una experiencia eclesial semanal. Nuestra vida en Cristo debe ser una continua y apasionada historia de amor. La Biblia nos dice que somos transformados a la imagen de lo que adoramos. Continuemos adorando a Jesús y transformándonos a su bella semejanza e imagen. Mi oración, es que disfruten de esta unidad divina, que los hijos de Dios recuerden que Jesús ya no es un bebé en un pesebre. Es un Rey gobernante y reinante que sufrió y entregó su vida para cortejar y disfrutar de una Esposa madura e inmaculada.
Comentários