La semana pasada discutimos que los votos internos son maldiciones. Son puertas de nuestras vidas que le abrimos al diablo y son la razón por la que muchos viven en cautiverio. Muchos creen que una vez que venimos a Cristo, somos libres de todas las maldiciones, y aunque es cierto que Cristo pagó por nuestra libertad, esa libertad no es automática.
En Cristo, tenemos el perdón de los pecados, pero antes de ser perdonados, primero debemos arrepentirnos. Sí, en Cristo somos libres de la maldición de la ley (Gálatas 3:13), pero los maldiciones que atraemos a través de votos internos no son parte de la maldición de la ley. Por lo tanto, debemos romperlos antes de poder liberarnos de ellos.
La pregunta entonces es, ¿cómo rompemos las maldiciones de los votos internos? Me alegra decirte que el proceso es sencillo, pero debes hacerlo con sinceridad. Primero, debemos arrepentirnos ante el Señor por permitir que la ofensa entrara en nuestros corazones y por hacer el voto.
Arrepentíos, pues, y convertíos a Dios, para que sean borrados vuestros pecados, para que vengan del Señor tiempos de refrigerio. (Hechos 3:19 NVI)
Segundo, debemos perdonar a la persona responsable de nuestro voto interno. Una maldición no se puede romper si todavía tenemos resentimiento contra esa persona o grupo de personas.
Si perdonas a los demás cuando pecan contra ti, tu Padre celestial también te perdonará a ti. Pero si no perdonas a los demás, tu Padre no perdonará tus pecados. Mateo 6:14-15 (NVI)
No te dejes vencer por el mal, sino vence el mal con el bien.
Romanos 12:21 (NVI)
Tercero, necesitamos reemplazar una maldición con una bendición y no hay mejor manera de hacerlo que bendecir a las personas que nos lastiman.
No devolváis mal por mal, ni maldición por maldición, sino al contrario, bendecid, porque para esto fuisteis llamados, para que alcancéis bendición. (1 Pedro 3:9 NVI)
¿Te diste cuenta de lo que dice Pedro? Cuando bendecimos a las personas que nos hacen daño, obtenemos una bendición. Sé que no es fácil, pero la verdadera libertad solo llega cuando nos liberamos de algo terrible y lo reemplazamos por algo bueno. Obtenemos el perdón cuando nos arrepentimos. La fe llega cuando dejamos ir el temor, y cuando
bendecimos a quienes nos lastiman, reemplazamos una maldición con una bendición.
Amigo, no pierdas más tiempo. Pídele al Espíritu Santo que te ayude a romper cualquier maldición que hayas atraído a tu vida a través de un voto interno y verás cómo cambia tu vida. Antes de que te des cuenta, tu vida estará colmada de bendiciones.
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