Estén quietos y reconozcan que yo soy Dios
Salmo 46:10 (a) (RVA -2015)
Jacob es el más pequeño de mis sobrinos. Acaba de cumplir tres años. Nunca está quieto, está constantemente en movimiento. Mantiene activos a sus padres y a su hermano mayor y, dado que viven en una propiedad donde Jacob tiene todo el espacio que necesita para correr todo el día, tienen que supervisarlo (perseguirlo) todo el tiempo.
Jacob necesita supervisión porque, aunque es más que capaz de caminar, correr, trepar y bailar por toda su propiedad, debido a que todavía está pequeño, puede caerse y lastimarse fácilmente o puede deambular fuera de su propiedad y estar en peligro. Ver a su madre perseguir a Jacob me hizo pensar cómo Dios debe perseguir a algunos de nosotros porque, al igual que Jacob, no sabemos cómo estar quietos.
En el ajetreado mundo en el que vivimos; la mayoría de nosotros vivimos nuestras vidas realizando múltiples tareas en cada momento del día. Bebemos nuestro café mientras manejamos, miramos las noticias mientras limpiamos nuestras casas, y con electrodomésticos modernos, muchos de nosotros cocinamos mientras estamos en el trabajo o mientras dormimos. Con toda la tecnología a nuestra disposición, pensarías que nuestras vidas serían más fáciles y sencillas de lo que solían ser las vidas de nuestros padres, pero ese no es el caso.
La mayoría de nosotros estamos viendo pasar nuestras vidas en lugar de vivir la vida abundante que Jesús vino a darnos. Algunos de nosotros estamos corriendo tanto que podríamos estar en peligro de caer, no como Jacob en un hermoso césped, sino en la tentación porque estamos muy cansados. Muchas personas viven vidas tan apresuradas que están dejando pasar desapercibidos hitos preciosos de sus hijos. Algunos están agotados tratando de brindar a sus hijos todo lo que no tuvieron en su infancia, y están privando a sus familias de lo que realmente quieren y necesitan que es su presencia.
Ver a mi cuñada persiguiendo a su hijo de tres años me puso a pensar. Si bien es adorable ver a una madre persiguiendo a su hijo pequeño, lo último que quiero que Dios haga es perseguirme tratando de mantenerme a salvo o tratando de pasar tiempo conmigo. ¿Alguna vez has tomado tiempo de su apretada agenda para dar un paseo con Dios? ¿Cuándo fue la última vez que pasaste unos minutos en silencio escuchando la voz de Dios?
Tal vez sea hora de hacer un lugar para Dios en nuestros horarios. Amigo mío, sigue el consejo del salmista y haz lo mejor que puedas para aquietar tu vida. No hables con Dios solo cuando lo necesites. Toma el tiempo para conocer al Dios al que sirves. Toma el tiempo para ver crecer a tus hijos o nietos. Disfruta de tus amigos; los buenos amigos son pocos y escasos. Valora y disfruta a los tuyos. Estemos quietos... el que creó el cielo y la tierra no es sólo Dios... Él es tu Dios. Quédate quieto lo suficiente para disfrutarlo a Él y para disfrutar la vida que Él te ha dado.
Jacob regando en el cesped de su casa.
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