Entonces, cuando den a los necesitados ...
Mateo 6:2(a)
El mes pasado vi una película navideña en la que uno de los personajes principales hacía el papel de un benefactor comunitario que iba a morir pronto. En una de las escenas, tratando de entrenar a la persona que tomaría su lugar después de su muerte, el benefactor le dice: "Todo el mundo necesita algo". ¿No es eso verdad? Todos necesitamos algo. Quizás por eso Jesús en Mateo 6:2 no le dijo a la gente, “Si dan”, sino “Cuando den”.
Tanto la película como el versículo, me hicieron pensar en un momento de mi vida en el que un par de amigos me enseñaron una gran lección sobre dar. Había perdido mi trabajo. Mis amigos me bendijeron financieramente, pero vieron más allá de mi necesidad financiera y me bendijeron con lo que realmente necesitaba. Me dieron amor y apoyo. De ninguna manera estoy minimizando su bendición financiera, pero el tiempo que invirtieron en mí de su extremadamente ocupada agenda, la amabilidad que me mostraron, y las palabras de afirmación que me dieron, significaron más que oro para mí.
En ese momento yo no sabía, que lo que mis amigos estaban haciendo era intencional. No sabía que uno de los objetivos de sus vidas es "llevar amor donde el amor ha estado ausente". Mis amigos no solo dan por dar, sino suplen las necesidades que ven. Lo cual, como me dijo uno de ellos más tarde, requiere cercanía. Saber realmente qué necesitan las personas que nos rodean, requiere estar dispuestos a acercarnos a ellos. Puede que incluso tengamos que meternos en el barro con ellos.
Para hacer lo que Jesús nos dijo que hiciéramos, que es bendecir a los necesitados, necesitamos saber quiénes son los necesitados que nos rodean y qué necesitan realmente esas personas. Es fácil bendecir a las personas sin hogar o desamparados porque sus necesidades son obvias, pero a veces trabajamos, vamos a la escuela o vivimos cerca de personas cuyas necesidades pueden no ser tan obvias, pero son igual de grandes.
Si somos creyentes, debemos bendecir a otros, pero con todos los desafíos presentes, debemos dar más que dinero. Debemos bendecir a los pobres, pero debemos hacer más que eso. Amemos a los que no son amados, pasemos tiempo con los solitarios y démosles a las personas que han cometido errores una oportunidad para enmendarlos.
Ahora más que nunca, debemos difundir la bondad como un niño resfriado propaga gérmenes. Debemos difundirla por todas partes. En nuestras vidas ocupadas, a veces es más fácil dar dinero que tiempo, pero las personas que nos rodean pueden necesitar más amor y atención que dinero. Acerquémonos lo suficiente a las personas para ver lo que realmente necesitan, y una vez que lo descubramos, tomemos el tiempo y hagamos el esfuerzo de llevar amor a cada área de esas vidas donde el amor ha estado ausente.
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