Al llegar a la casa, vieron al niño con su madre María, y se inclinaron y lo adoraron. Entonces abrieron sus tesoros y le ofrecieron regalos de oro, incienso y mirra.
Mateo 2:11
Cuando los magos llegaron a Jerusalén, probablemente esperaban ver gente en la calle celebrando el nacimiento del nuevo rey. Sabían que la mayoría de la gente en Jerusalén no aceptaba a Herodes, el autoproclamado rey de los judíos, como gobernante legítimo. Sin embargo, como no vieron ninguna celebración en las calles, comenzaron a preguntar: "¿Dónde está el que ha nacido rey de los judíos?"
Su pregunta llegó al palacio de Herodes, donde después de mucha deliberación de los Sacerdotes, los enviaron a Belén en busca de ese rey. Afortunadamente, la misma estrella que los había guiado a Jerusalén los guio a la casa donde estaba Jesús. De lo contrario, estoy segura de que les hubiera llevado mucho más tiempo encontrar al legítimo rey de los judíos; porque creo que esperaron encontrarlo en un humilde hogar.
Respeto mucho a estos sabios que se arrodillaron y adoraron a un bebé, no en una cuna de oro rodeados de niñeras. Estos magos entregaron los regalos que solo un Rey merecía a un bebé en brazos de la esposa de un humilde carpintero. Vieron más allá del humilde espacio y tuvieron el privilegio de honrar al Rey de Reyes y Señor de Señores de la manera en que Él merece ser honrado.
Mis amigos, experimenté una de las manifestaciones más poderosas de la gloria de Dios en una pequeña iglesia en medio de la nada en la India. En lugar de tambores, tenían ollas. En lugar de asientos, tienen tapetes, y a nadie le importaba que no hubiera aire acondicionado. La congregación adoró con todo su corazón y el cielo vino a la tierra, trayendo milagros de sanidad todo el tiempo que adoramos.
Es agradable adorar en hermosas catedrales. Tener cantantes profesionales usando increíbles sistemas de sonido y luces es una alegría, pero espero que no cometamos el error de buscar a Jesús solo en lugares cómodos. Las apariencias engañan, mis queridos amigos. A veces encontramos a Dios en lugares que no esperamos y escuchamos el eco de Su voz proveniente de personas que no conocemos.
Si el Espíritu de Dios los lleva a adorar en un lugar que nunca esperaban o a servir a personas que los asustan un poco, vean más allá de su apariencia exterior. Sigan la presencia de Dios y no se dejen engañar por la apariencia de las personas o de los lugares. Dios podría estar guiándoles hacia el mayor privilegio de su vida.
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