José llamó a su primogénito Manasés y dijo: "Es porque Dios me ha hecho olvidar todos mis problemas y toda la casa de mi padre". Al segundo hijo lo llamó Efraín y dijo: "Es porque Dios me ha hecho fructificar en la tierra de mi sufrimiento".
Génesis 41:51-52
Como saben, José fue uno de los doce hijos de Jacob. La historia de José es una hermosa historia de perdón y redención. Sus hermanos lo vendieron como esclavo y terminó en la cárcel por las mentiras de una mujer. Sin embargo, el favor de Dios siempre estuvo con él, y murió como el segundo al mando sobre la tierra de Egipto.
La Biblia nos dice que José llamó a sus hijos Manasés, que significa Dios me hizo olvidar, y Efraín, que significa doble fecundidad o aumento doble. José no eligió esos nombres al azar. Los nombres de sus hijos representaban la gracia de Dios a lo largo de las estaciones de su vida. Cuando nació Manasés, José había perdonado la traición de sus hermanos y Dios lo ayudó a olvidar el dolor de la esclavitud. Efraín representó la abundancia y las riquezas en las que vivió después de perdonar.
Hoy quiero hacerles reflexionar que la abundancia de José, su doble porción, vinieron después de que perdonó. ¿Podemos considerar la posibilidad de que el perdón y la doble bendición puedan ir de la mano? ¿Será posible que no podamos tener uno sin el otro?
Mi padre tuvo una infancia difícil porque mi abuelo abandonó a su familia por otra mujer.
Mi papá sufrió pobreza extrema y la pérdida de dos de sus hermanos y de su madre en parte debido a la pobreza cuando aún era niño. Años después, cuando mi abuelo necesitó ayuda, mi papá, que ya lo había perdonado, lo bendijo incondicionalmente hasta el día de su muerte.
Por la gracia de Dios, mi padre ha vivido una vida larga y bendecida. Dios bendijo el fruto de su trabajo, y a su familia nunca le faltó nada. Mi padre ha vivido hasta su vejez feliz, en paz, saludable y rodeado de personas que lo aman y lo respetan. Es verdaderamente bendecido, pero creo de todo corazón que no tendría lo que tiene si no hubiera extendido el perdón a las personas que hicieron su infancia y juventud miserable.
Mi amigo, la vida es demasiado corta y Dios es demasiado bueno para vivir aferrándose a rencores. Si has sufrido mucho por la decisión egoísta de algunas personas, es hora de que dejes atrás ese dolor y las perdones. Te prometo que Dios te ayudará a olvidar tu dolor una vez que dejes ir tu resentimiento. Todo lo que recordarás serán las lecciones que aprendiste de ese dolor. Deja ir tus rencores. Perdona a esas personas y deja que Dios te bendiga con una doble bendición en cada área de tu vida.
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